¡Si quieres, ayúdame!
“La vocación religiosa: colaboradores del Reino de Dios”
En entrevista, al Papa Francisco le preguntaron qué le diría a un joven que siente el llamado a la Vida Religiosa o Sacerdotal; el Santo Padre no titubeó, y con la espontaneidad que le caracteriza dijo:
“Que se deje mirar por Jesús. Quien lo está llamando no es ni el cura, ni el obispo, ni el Papa. Es Jesús quien lo mira con cariño y le muestra la gente, le muestra la necesidad del Pueblo de Dios y le dice ¡si quieres, ayúdame!”.
De estas breves e informales, pero profundas palabras, hemos de extraer varios presupuestos en torno a la Vida Religiosa o Sacerdotal:
Que esta vocación no es un sentimiento vago, una emoción pasajera, mucho menos una opción para quien “perdió el tren de la vida”, no es una renuncia, tampoco una huida de las otras formas y estilos de vida, sino la respuesta a un tierno llamado, lleno de amor, que el Señor hace a algunos para que le sigan más de cerca.
Que esta vocación surge privilegiadamente de un “dejarse mirar” por el Señor, dejarse interpelar por el Proyecto del Reino y responder con alegría a su invitación.
Que esta llamada de especial cercanía con Jesús mueve a quien es llamado, a testificar con la sencillez de su testimonio una profunda unión con el Señor, a cultivar su vida espiritual y de oración como centro de la propia existencia.
Que el llamado vocacional implica un activo compromiso múltiple de frente a Dios y en favor de los hermanos: sea en la oración, en las misiones, junto a los pobres o los presos, en los hospitales, en el terreno de la enseñanza, en el campo de los medios de comunicación...
Que, aunque Dios llame a alguien porque le quiere hacer partícipe y mediador de su gracia, esta respuesta ha de ser plenamente libre, alegre y entusiasta. Pues como nos recordara el mismo Pontífice: “Un seguimiento triste, es un triste seguimiento”.
Joven: ¿Será que Jesús está pronunciado tu nombre y te invita a que te sumes al Proyecto de Dios? Qué dicha poder jugarse la juventud por grandes ideales… Escucha el consejo del Papa: “Pregunta a Jesús qué quiere de ti y ¡sé valiente!”.
